Orgullo NeoLeonés: Simón de Herrera y Leyva.

Simón de Herrera y Leyva, nació en Santa Cruz de Tenerife, Islas Canarias(territorio español en el norte marroquí) en 1754. Fue un comandante de Armas de la Nueva Galicia y Gobernador del Nuevo Reyno de León.

Islas Canarias (territorio español en el norte marroquí al Norte de África).

Comenzó su carrera militar a la temprana edad de nueve años, uniéndose a la Milicia Güímar como subteniente el 12 de septiembre, 1763. El 2 de agosto de 1769, a la edad de 15 años, ya había alcanzado el grado de capitán de la milicia.

En 1776, se desempeñó en capturar ciudades y puertos portugueses en América del Sur.

En España, se desempeñó como mensajero especial a Francia y participó en el Gran Asedio a Gibraltar en 1781.

El Gran Asedio a Gibraltar.

En 1782, luchó bajo el mando de Bernardo de Gálvez en Guárico, Venezuela y conoció a George Washington.

En 1788 llega a la Nueva España, Una de sus misiones encomendadas por el Virrey fue inspeccionar colonias en la Nueva España, de 1788 a 1794.

Después el 7 de abril de 1795, asumió el papel de gobernador político y liderazgo militar en el Nuevo Reino de León.

Al momento de llegar a la Ciudad de Monterrey, autorizó nuevos edificios al norte de la Plaza Principal.

Plan que demuestra la situación de solares fabricados y sin fabricar de la ciudad de Monterrey, durante el gobierno de Simón de Herrera y Leyva, Mapa hecho por Juan Crouset, el 14 de julio de 1798.

También dirigió con éxito batallas de defensa contra grandes grupos de ataque de los apaches y comanches al Nuevo Reino de León.

En 1806 fue comisionado como comandante de las Provincias Internas de Oriente donde porcionó y dedicó su tiempo en la defensas y protección de Texas.

Durante la rebelión dirigida por Miguel Hidalgo y Costilla en 1813, revolucionarios mexicanos radicales capturaron a Herrera en una desastrosa derrota en La Batalla de Rosalis en San Antonio, Texas. Dos días después, Herrera y varios otros líderes fueron asesinados. Sus cuerpos fueron dejados en el suelo, pero más tarde fueron recuperados por el padre José Darío Zambrano y enterrados en la catedral de San Fernando el 28 de agosto.